La historia de las sillas de oficina (también llamadas sillas de escritorio, sillas de trabajo o sillas de estudio) se remonta a la época de la Revolución Industrial, donde una mayor producción requirió un incremento de puestos administrativos, y por lo tanto, de las necesidades de una silla que permitiera moverse rápidamente por el entorno laboral. Desde entonces, las sillas de oficina son fabricadas en masa. Más adelante, en 1956, Frank Lloyd Wright tuvo la idea de dividir las sillas de oficina en dos tipos. El primero, era denominado “silla de jefe”, ya que contaba con un gran acolchado, generalmente en piel de color negro, el color más demandado por los directivos. El segundo, fue denominado como “silla de trabajador”, con materiales más baratos como la tela y con un acolchado menor.